La cerveza es una bebida de líquido de malta dulce o fermentada y saborizada con lúpulo fabricada de forma natural.

Su origen se sospecha desde hace 4 mil, a.C en Mesopotamia del Oriente Medio hace más de siete mil años. La evidencia más antigua de su origen en una tablilla en donde se observaba un grupo de personas tomando cerveza de un mismo recipiente.

Los cuatro principales ingredientes son la cebada, la levadura, el lúpulo y el agua, pero se pueden utilizar cualquier tipo de cereales como el trigo, maíz, centeno o arroz añadiendo incluso hierbas, frutas o chocolate. Los babilonios heredaron las tareas del cultivo de la tierra y su elaboración de cerveza en una tabla de arcilla que explica la fórmula para elaborarla. 

   Se dice que el descubrimiento de la cerveza fue accidental pues se mezcló agua con cereales logrando la creación de la bebida. Los sumerios sumergieron el pan con agua y la levadura fermentaba la mezcla que la convertía en una bebida alcohólica. 

    En el Norte de Europa la cerveza se consumía con pan por los azúcares y nutrientes. Durante el siglo X en los monasterios los monjes que tenían una relación con la agricultura, perfeccionaron sus recetas con ayuda de los escritos egipcios estudiando todo el proceso para mejorarlo comenzando a utilizar el lúpulo marcando el fin de las cervezas turbias y dulces. 

    La auténtica época dorada de la cerveza comenzó a finales del siglo XVIII  gracias a la incorporación de la máquina de vapor logrando el descubrimiento de una nueva fórmula de producción en frío, finalizando en el siglo XIX con los hallazgos de Pasteur respecto al proceso de fermentación donde se sometía la bebida a altas temperaturas matando las bacterias y levaduras no deseadas y deteniendo el proceso de fermentación.